Quiero jugar con Fede

El tío Alberto estaba todo el día sentado en el sofá acariciando al gato, pasándole la mano por el lomo desde la cabeza hasta la cola, una y otra vez. Sin darse cuenta que se le caía la baba y se manchaba la camisa. A veces la saliva se le caía arriba de Tomas y el gato se quería bajar, pero el tío Alberto lo apretaba con fuerza y lo seguía acariciando. Ni lo miraba, lo apretaba y seguía chorreando baba, hasta que el gato se quejaba y mi papá le decía, déjalo Alberto, que lo vas a lastimar, y el tío hacía un gesto abriendo la boca como si se riera, decía cosas que nadie entendía y soltaba a Tomas. Después se quedaba en el sillón, balanceándose despacito para adelante, y se quedaba así mirándose las manos, como si buscara al gato.

Yo jugaba en el patio o en mi habitación, no me gustaba estar en el living. Prefería no mirar televisión, porque el tío Alberto siempre gritaba y me quería agarrar como al gato, y a mi me da asco que me llene de baba y que me abrace. Mi papá me decía, dale un beso al tío que te quiere tanto y yo me quedaba quieto, me ponía todo duro y cerraba los ojos porque sabía que el tío Alberto me iba a dar un beso, y a decirme no se que cosa y a acariciarme la cara, hasta que mi papá le decía, bueno basta Alberto, el nene quiere ir a jugar, y yo me iba con bronca, secándome la cara con la manga de la remera, porque no me gusta que me agarre. No me da miedo, me da asco, bueno, a la noche me daba miedo, porque el tío Alberto no duerme, se sienta en la cama mirando el piso y babea, pero no se duerme. Yo antes iba a espiarlo, pero una vez me lo encontré atrás de mi puerta cuando la abrí, estaba ahí parado mirándome, no hizo nada, no gritó ni quiso abrazarme como siempre, solo estaba ahí parado, yo cerré la puerta y la trabé con una silla, esa noche iba al baño, y me terminé haciendo encima. Mi mamá me retó a la mañana cuando encontró la ropa mojada en la pieza, y yo lo miraba al tío Alberto y él acariciaba al gato, y yo a mi mama no le dije nada.

Antes, todos íbamos los domingos a pasear a algún lado, pero desde que papá se peleó con el vecino, que los domingos nos quedamos adentro, porque alguien se tiene que quedar a cuidar al tío Alberto. Mi papá no lo quiso llevar más, porque mi mama le dijo, no podemos estar siempre pendiente de lo que pueda pasar, entonces mi papá le contestó, entonces no salimos mas los domingos o ¿te vas a quedar vos a cuidarlo?. Igual a mi mucho no me importa, porque a los lugares que íbamos nunca me gastaban, pero no me gusta no poder juntarme más con Fede, el hijo del vecino, siempre estábamos jugando en su casa o en mi patio y a veces en la vereda, como el día en que salieron todos para buscarme, por que era domingo y nos íbamos a pasear. Estaba con Fede y el hermanito de él, que empezó a caminar hace poco, también estaban sus papas, porque a Fede no lo dejan estar solo con su hermano en la vereda, y el tío Alberto cuando me vio gritó como siempre y vino rápido para agarrarme, mi papá le pegó un grito pero el tío Alberto no se paró, siguió para donde estábamos nosotros, pero en vez de agarrarme a mi, lo agarró al hermanito de Fede, que se puso a gritar y a llorar. Mi papá le dijo al tío que lo soltara pero no le hacia caso, entonces el papá de Fede, como el nene no paraba de llorar, se lo saco de los brazos al tío con fuerza, lo empujo para atrás y le dijo, mogólico de mierda, y mi papá espero que le diera el nene a la madre y le dio una trompada en la boca que lo tiró al piso, ese domingo nos metimos adentro y ya no volvimos a salir ningún domingo mas.

Esa noche lo escuche a mi papa llorar y a mi mama que le decía, ¿y si lo hubiera lastimado?, papá dijo que el tío era su hermano y que jamás iba a lastimar a nadie, que el día que demostrara un poquito de maldad, ese día lo internaba, pero que en Alberto no existía ese sentimiento.

Yo me quede pensando mucho en lo que decía mi papá y esa noche soñé con el tío Alberto, que acariciaba al gato pero no babeaba y no miraba el piso, sino que me miraba a mi, sin pestañar, sentado en el sofá con el gato sobre las piernas, mirándome sin sacarme los ojos de encima y yo no podía dejar de mirarlo a él, y sentía que él sabia todo y me acusaba con la mirada.

Al no poder salir en familia, los domingos se pusieron espantosos, porque mi papá nos quería a todos juntos, entonces pasábamos horas en el living jugando algún juego de mesa o mirando la tele. Yo no podía sentarme a jugar, porque siempre quedaba de espaldas al sofá donde estaba el tío Alberto y sabía que en cualquier momento el gato se iba a querer ir y el tío se iba aparar para agarrarme, y yo no lo iba a poder ver venir, entonces estaba todo el tiempo moviéndome y mi papá se ponía nervioso y me gritaba, y yo me quedaba en mi lugar, pero estaba todo el tiempo pensando en que tenía al tío Alberto atrás mío, entonces perdía apropósito para que se terminara el juego y poder hacer otra cosa, donde tuviera a la vista al tío Alberto hasta que me dejaban ir al patio o a mi pieza

Al tercer domingo de encierro, le pedí a mi mamá hojas y lápices, le dije que quería dibujar al tío Alberto, entonces me sentaba bien alejado de él y lo podía mirar todo el tiempo y saber si se iba a parar o no. Así pase varios domingos y vi como mi papá y mi mamá también estaban tristes por no poder salir a pasear y al tío Alberto casi ni le hablaban. Mi papá antes estaba todo el tiempo hablando con él, siempre le comentaba lo que se hablaba en la mesa y el tío Alberto jamás le contestaba, a veces le hacia un gesto horrible con la cara y seguía acariciando al gato, y mi papá seguía hablando con mi mamá con la tranquilidad de tener el apoyo del tío, pero hacia un tiempo que todos estábamos mal por culpa del tío Alberto. 

Un día mi mamá le estaba dando de comer, y el tío Alberto escupía la comida cada vez que mi mamá quería dársela, mi mamá agarró fuerte la cuchara y se la apretó contra la boca, mi papá se paró y le dijo mas despacio, no ves que lo podes lastimar. Entones dale de comer vos, le gritó mi mamá y se encerró en la pieza. Esa noche mi papá lo llevó al tío a dormir temprano y preparó la comida para nosotros dos, me dijo que mamá no se sentía bien y que iba a quedarse en la pieza. Le pregunte a papá si el tío Alberto era malo, me contestó que no, que era diferente, pero que no era malo, y no me volvió a hablar hasta que me acostó.

Al otro día no quise ir a la escuela, dije que me dolía la panza y mi mamá me dejó faltar.

Me pasé toda la mañana mirando tele, ya sabia como evitar al tío Alberto y sabia cuando nos quedábamos solos, porque mi mamá hasta el medio día que era la hora de comer, no le prestaba mucha atención, a menos que tuviera que cambiarle el pañal. Yo de a ratos lo miraba acariciar a Tomas, le sostenía con la palma de la mano la cabeza desde el cuello, y la otra se la pasaba desde las orejas hasta la cola, y la volvía otra ves a la cabeza para bajarla de nuevo. El gato podía estar una o dos horas con el tío, después se quería bajar pero el tío Alberto no lo dejaba, lo apretaba del cuello, hasta que mi papá le pegaba el grito, pero esta vez estábamos solos y el gato empezó a pelear para bajarse y mi tío le apretaba el cuello, el gato hacia fuerza con las cuatro patas y estaba por escaparse. Yo miré para la cocina buscando a mi mamá, pero no la encontré, entonces me acerqué al tío Alberto, que miraba al piso mientras el gato ya casi tenía el cuello fuera de su mano. Yo no quería que me abrace a mi, ni tampoco quería ver triste a nadie, respiré hondo y le agarré la otra mano, y se la puse sobre el cuello del gato, el tío Alberto entrelazó los dedos, mientras tenia el cuello de Tomas entre medio, y así se quedó, babeando hasta que Tomas dejó de pelear, después lo siguió teniendo con una mano y con la otra comenzó a acariciarlo otra vez. Mi mamá no lo descubrió hasta la hora de comer, cuando vio al gato gritó y se le cayeron los platos al piso, el tío empezó a balancearse para delante como si no tuviera al gato en sus piernas, pero no dejaba de acariciarlo, y mi mamá llamó llorando por teléfono a mi papá y él se vino antes del trabajo.

Todavía no puedo jugar con Fede, pero los domingos vamos a lugares más lindos.

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